sábado, 23 de febrero de 2013

Escuchando a Beethoven: 200 años de la Séptima Sinfonía




El cuadro que encabeza estas líneas es obra del pintor italiano Lionello Balestrieri. Terminado en 1900, se titula "Escuchando a Beethoven", y con él, el pintor ganó una medalla de oro en la Exposición Universal de París de ese año. Nacido en un hogar humilde en Italia en 1872, Balestrieri se trasladó a París en 1897, donde hizo gran amistad con un músico italiano, frecuentando los círculos de su compatriota antes que los suyos propios. De ahí que gran parte de su obra tenga a la música y los músicos como tópico recurrente.
Es una pintura sombría, por cierto. Extrañamente, las figuras del cuadro más parecen sufrir que disfrutar con lo que escuchan. Acaso refleja el modo natural de acercarse a la música, en su entorno y su época. Faltaban todavía veinte años para que las primeras transmisiones radiales fueran accesibles al gran público.

Casi un siglo antes, en 1808, se daban a conocer en un mismo concierto, extremadamente largo al parecer, costumbre de la época la Quinta y Sexta sinfonías de Beethoven, junto a otras piezas que extendieron el espectáculo por cuatro horas, el 22 de diciembre de ese año. Un testigo del concierto, violinista y compositor amigo de Goethe, nos ha dejado relatada su experiencia en un diario de viajes, del cual extraemos algunos pasajes reveladores de que escuchar música en esos años implicaba una cuota no desdeñable de sacrificio, no obstante asistir al concierto invitado por el príncipe Joseph Franz von Lobkowitz a su palco del primer piso.
"Allí, en ese teatro frío y desapacible, permanecimos desde las seis y media hasta las diez y media... Ni yo ni el príncipe... podíamos abandonar la sala hasta que el concierto hubiera terminado aunque algunas de las interpretaciones, realmente desgraciadas, nos pusieron al borde de nuestra paciencia. El propio Beethoven dependía de este concierto para asegurarse... un saldo positivo del año que termina [...]. Los cantantes y la orquesta habían sido reunidos casi al azar, y algunas de las piezas... no habían tenido ni siquiera un ensayo por parte de aquella turba. [...] La voz de la joven cantante temblaba más que cantaba y nosotros, en nuestro palco, también estábamos temblando, enfundados en bufandas y abrigos, presos del insoportable frío... [...] Yo incluso deseé haber tenido el coraje necesario para abandonar el teatro mucho antes...". 
(Johann Friedrich Reichardt: Cartas escogidas, escritas en un viaje a Viena).

La Séptima Sinfonía fue estrenada cinco años más tarde, en 1813 y, suponemos, en condiciones similares. O tal vez peores, porque el maestro ya estaba completamente sordo. Justamente doscientos años después de su estreno, está a nuestra disposición aquí, interpretada magistralmente por la Orquesta Filarmónica de Israel bajo la dirección de Zubin Mehta, a la distancia de un clic. El príncipe Lobkowitz y su invitado Reichardt no podrían creerlo.
Disfrutamos del primero de los cuatro movimientos de la sinfonía: Poco sostenuto - Vivace.


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