miércoles, 9 de julio de 2014

Gabriel Fauré: Pavana opus 50



Gabriel Fauré, organista, compositor y pianista francés, perdió la audición al final de su vida, al igual que Ludwig van Beethoven. Pero a diferencia de Ludwig, el músico francés se quedó sordo cuando ya había cumplido los setenta. La ciudad de París decidió rendirle homenaje en 1922 con motivo de su 78 cumpleaños, pues ya se le consideraba un papel vital en el desarrollo de la música francesa desde el Romanticismo hasta el modernismo de Debussy y Ravel, este último su alumno aventajado en el Conservatorio de París.
La revista británica The Musical Times resumió así la ocasión:
"...[fue] una espléndida celebración en La Sorbona, en donde participaron los más ilustres artistas franceses, lo cual le dio mucha alegría. Se trató de un espectáculo conmovedor: el de un hombre presente en un concierto de su propia obra e incapaz de escuchar una sola nota. Solo observaba, pensativo. Pese a todo, mostraba agradecimiento y satisfacción."
Gabriel Urbain Fauré (1845 - 1924)
Músico, un oficio riesgoso
Nacido en París en 1845 cuatro años antes de la muerte de Chopin en el seno de una familia que no contaba entre sus miembros a ningún músico, el propio Fauré recordó en una ocasión cuán sorprendente había sido para él descubrir su afición a la música cuando tenía diez años, y que solo de adulto fue consciente del gran riesgo que para sus padres representó el apoyo a la elección de su carrera.

Pero el pequeño Gabriel tenía talento, y buena estampa. Su gran amigo y protector, Camille Saint-Saëns, se encargó de introducirlo en los círculos musicales parisinos donde más tarde hará de las suyas en el universo femenino.

Pavana opus 50
En 1887, una breve pieza escrita para piano y voces, Pavana, encantó a su patrona Elizabeth, condesa de Greffulhe, a quien estaba dedicada. Dulce y elegante, la pieza recordaba con propiedad la danza española de las cortes del siglo XVI.
Al año siguiente, Fauré estrenó la versión orquestal y Elizabeth se permitió sugerir que agregara un coro off-stage y, si fuera posible, algunos bailarines, lo que desde luego entrañaba embarcarse en un evento de gran envergadura. Pero Elizabeth no cejó y en 1891, con el respaldo de la condesa en la producción, se montó la Pavana como gran espectáculo coreográfico con coros y bailarines para engalanar una de las fiestas que Elizabeth solía dar en los jardines del Bois de Boulogne.

La obra, con coro o sin ellos, ha gozado desde su estreno de inmensa popularidad. Hasta hoy se la escucha como fondo musical en variados medios, televisión, publicidad, o cine. Y las versiones cantadas abundan, la más popular entre ellas, la de Barbra Streisand, de su álbum Classical Barbra.

La versión, orquestal, es de la Orquesta Filarmónica Juvenil de Cracovia, dirigida por Tomasz Chmiel.


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4 comentarios :

  1. No tengo esta obra en cd pero la he escuchado varias veces en youtube, es una pieza muy refinada como casi todo lo que compuso Faure.

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  2. Hola, Daniel: Gracias por inaugurar aquí los comentarios. Un saludo.

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  3. Muy interesante el relato, da ganas de escuchar nuevamente la obra, con otro sentido. Gracias

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  4. Hola, David: Muchas gracias por tus palabras. Es lo que siempre hemos pretendido, que el relato lleve a interesarse en la obra. Gracias por el comentario, y saludos.

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