viernes, 9 de marzo de 2012

Beethoven: Piano Concierto N° 1 / Tercer movimiento


Un treintañero Beethoven, alrededor de 1803

Hubo quien afirmó no hace mucho que el estreno en sociedad del concierto para piano y orquesta N° 1 de Beethoven había tenido lugar en Viena en abril de 1800. Si bien antes de esa fecha Ludwig había dado a conocer el concierto en su ciudad adoptiva ante pequeñas audiencias conformadas por sus amistades nobles y uno que otro hijo de vecino, la verdad estricta es que su estreno ocurrió en Praga en 1798. En la función de abril de 1800, en Viena, la obra en verdadera première es la Primera Sinfonía, a ella acompañó, junto con otras piezas, el concierto N° 1, que también hacía su estreno, pero en Viena.

Por esos años los vieneses ya habían advertido que el maestro Beethoven era bastante más que un pianista profesional de primer orden. Sin embargo, no resulta fácil afirmar que sus contemporáneos vieran en Beethoven al genio conocido por nosotros. A los vieneses de 1800 la música de Beethoven puede haberles parecido incluso hasta un poco snob: su música era demasiado singular. Los espectadores acuden a mis conciertos para llorar igual que los lectores de un folletín, aseguraba. Y las críticas poco alentadoras no faltaban. En 1796, en el transcurso de una gira por varios países, un crítico musical de Praga escribió: "sobrecogió a nuestros oídos pero no a nuestros corazones".

En Berlín, durante la misma gira, no obstante el monarca Federico Guillermo II de Prusia lo agasajó con una caja llena de luises relucientes, tampoco encuentra aquí el auditorio ideal. "Toqué lo mejor que pude –declaró años más tarde con amargura– y esperaba un gran éxito. ¡Pero no sonó ni un aplauso! El público se había emocionado hasta llorar, empapando sus pañuelos para mostrarme su agradecimiento. Como soy tosco en mis entusiasmos, aquello me dejó completamente indiferente. Comprendí que se trataba de un auditorio sensiblero, pero nada aficionado al arte".

Y con ocasión del concierto de abril de 1800, la revista Algemeine Musikalische Zeitung aseguró que el concierto había sido "el más interesante escuchado en mucho tiempo" pero a la vez observó que "los músicos de la orquesta no se molestaron en prestar mucha atención al solista". El solista era, desde luego, Beethoven.

Rondó - Allegro scherzando
El tercer movimiento del concierto está escrito en forma rondó (palabra francesa), forma musical basada en la repetición de un tema principal que alterna con otros secundarios. Su indicación de tempo es allegro scherzando, algo así como rápido pero juguetón. El piano solista introduce el primer tema, luego le seguirá la orquesta.
El pianista finaliza su participación, sin aspavientos, en el minuto 8:49, cuando al término de un dulce trozo debe tocar un re y luego un do, pianissimo. Precisamente este último do le falló una vez a Martha Argerich, la tecla no sonó y no le quedó más que mirar al director con cara de "y bien, qué le vamos a hacer". Después de ese do, suene o no suene, la orquesta interviene con una frase breve y plácida, para atacar luego con bravura el cierre de la obra.

La versión es de Vladimir Ashkenazy acompañado de la Orquesta Filarmónica de Londres conducida por Bernard Haitink.


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